Hay que imaginarse un domingo por la tarde, estando sentado tranquilamente en tu sillón preferido, viendo el evento deportivo del año, saboreando tu bebida preferida, y en ese momento de paz, aparece tu pareja y de forma seria te dice: “Cariño, hay que cambiar las cortinas”.
En este momento uno piensa: “¿Las cortinas?”.
¿Qué le pasa ahora a las cortinas? Llevan aquí muchos años y ahora que lo pienso no recuerdo ni la casa sin cortinas, tal vez cuando nos mudamos ya estaban.
¿Y qué costarán unas cortinas? Yo quiero que vayamos de vacaciones a China, llevo muchos años esperando.
¿Y por qué ahora hay que cambiarlas? Es un gasto inútil.
En esto, tu pareja insiste, y los motivos son variopintos, están viejas, tienen algún descosido, ya están muy finas de tanto lavarlas, ya no se llevan, además las podríamos poner eléctricas…
Total, que ya tengo la pregunta clave. “Y este cambio, aparte de costar un dineral, ¿qué nos aporta?”.
Pues la respuesta parece trabajada, estudiada, la petición del cambio no es una mera casualidad, o un capricho.
“Cambiar las cortinas nos aportará una nueva visión de toda la casa, realzará la decoración que está un poco pasada, nos permitirá ahorrar, ya que deberíamos haber instalado hace tiempo un modelo que recoja la energía calorífica y la reparta por dentro, ahorrando así en calefacción. Al ser eléctricas se pueden programar fácilmente desde el móvil y abrirlas en verano remotamente cuando estamos de vacaciones para que parezca que estamos dentro. Así cuando vayamos a China no tendremos que preocuparnos”.
Vaya, el tema parece que está bien estudiado, voy a por la segunda pregunta y ahora sí que remato la situación, y dejamos las cortinas aquí unos años más: “Cariño, ¿y cómo vamos a pagar estas cortinas que tienen vida propia?
“Pues bien fácil”, responde, “con el ahorro de la energía, y con la alarma actual que no tendremos que cambiar a una domótica, ya que desde el móvil las podremos controlar. Podemos amortizar las cortinas en prácticamente menos de un año, y si no queremos adelantar nosotros el importe total, la empresa que se encarga de retirar las antiguas, instalará las nuevas. Además, probará los móviles y sus apps, nos asesorará en el mejor color para que haga juego con las paredes, se encargará de la instalación eléctrica para alimentar los motores de los rieles, y todo ello con un calendario pactado para que no notemos ni un día que estamos de cambios. Esa empresa que hace todo esto, también puede financiarnos el cambio mediante pagos ajustados, y además si fuera necesario nos presentará un par de entidades financieras que se dedican al crédito al consumo. Así que no tendremos ningún impacto que nos haga retrasar nuestro viaje a China, y ya verás cómo seremos la envidia de nuestros amigos y vecinos con estas cortinas que, como tú dices, tienen vida propia”.
Ya no sé por dónde salir, así que ahí va mi última pregunta. “¿Pero si a todo este mecanismo le pasa algo? Ahora no tenemos este problema, ¿qué haremos entonces?”.
“No te preocupes, la empresa que te comento lo tiene todo pensado para que sus clientes estén tranquilos. En caso de avería, en menos de 24 horas dan respuesta, y si en un futuro cambian los móviles, o cualquier otro sistema, ellos se comprometen a tener siempre las versiones que necesitamos. Y no es un discurso comercial, porque llevan más de 50 años trabajando en el sector, y por competencia que haya aparecido, ellos mantienen su cartera de clientes y yo quiero que seamos uno más”.
Finalmente, mientras escribo estas líneas abriendo la cortina desde mi móvil para dejar pasar un poco más de luz, pienso que ayer el CIO de mi empresa me comentó que teníamos que cambiar el ERP que lleva con nosotros muchos años, la verdad no recuerdo si cuando yo entré en la empresa ya estaba instalado, pero no entiendo por qué tengo que cambiarlo y qué voy a ganar con ello…
Tal vez tenga que mirarlo como el cambio de las cortinas, a fin de cuentas estoy contento con el cambio y el planteamiento es similar, empecé sin valorar si había que cambiarlas, ni ver qué beneficios me aportaría, cómo impactaría económicamente, quién podía hacerse cargo de todo el proyecto; y ahora añadiría, “¿el ERP tendrá movilidad?”. No para subir y bajar las cortinas, sino para conocer los pedidos pendientes que tengo por servir, el estado de mi cartera de efectos, los artículos que tengo bajo mínimos, etc.
Vamos a ver si mi CIO tiene ya seleccionada una empresa que pueda hacerse cargo del proyecto, y con el cambio podamos recoger beneficios rápidamente.
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