Aunque tópico, el mantra del que tanto hemos oído hablar, la innovación tecnológica, no sería posible sin las personas, que son el verdadero y auténtico motor de la transformación digital. Se trata de una filosofía que afecta transversalmente a toda la organización. Puedes invertir tanto en soluciones como en infraestructuras tecnológicas punteras pero, sin una formación adecuada, una coordinación y una auténtica actitud y predisposición al cambio, pueden ser las propias personas las que acaben convirtiendo a tu empresa, tras esa metamorfosis, en algo kafkiano.
En el imaginario colectivo, las personas reticentes o que muestran dificultades frente a los cambios, acostumbran a reivindicar su perfil veterano y a luchar por impedir que las nuevas tecnologías se impongan en su día a día. Pero la realidad es que esta imagen está quedando desfasada.
Hace unos años se hablaba de nativos digitales frente a inmigrantes digitales, poniendo en valor el gap entre las habilidades de cada generación. Personalmente, he contemplado como la tecnología ha avanzado tan deprisa, que la supuesta posición aventajada con la que contaban los nativos, ha ido desapareciendo y, ellos mismos, en menor o mayor medida, han pasado rápidamente a tener competencias y dificultades similares a las del inmigrante. Adaptarse o morir. Es más, hay inmigrantes digitales que han completado su adaptación al nuevo paradigma y que tienen una mayor predisposición al cambio continuo que exige esta nueva era digital. El tiempo lo dirá.
Por lo tanto, la flexibilidad es el atributo clave. La adaptabilidad no viene determinada ni por la edad, ni por el rol de las personas dentro de una organización. Es una cuestión de actitud y voluntad, ya que la transformación digital afecta a toda organización y especialmente, aunque a veces nos olvidemos, a las personas que cuentan con poder de decisión dentro de la misma. Y he aquí el quid de la cuestión, ¿Cómo ha afectado la innovación digital en la de toma de decisiones dentro de la empresa?
No hay duda que un elemento importante es la Inteligencia de Negocio Empresarial, es decir, la habilidad para recoger y transformar el torrente de datos existente en información, depurarla y tratarla hasta alcanzar el conocimiento en el que apoyarse para la toma de decisiones en los negocios. El concepto Business Intelligence fue acuñado en 1958 de la mano del investigador de IBM Hans Peter Luhn, con la aparición de las bases de datos y la necesidad de poder analizar la información. Este concepto ha evolucionado, de recoger y analizar datos de la empresa, a una visión más de análisis y predicción de futuro de la empresa, para entender qué caminos puede tomar el negocio. El concepto se ha rebautizado como Business Analytics, en 2009 por Michael J. Beller.
Los humanos, como seres racionales, antes de tomar una decisión, deberíamos intentar tener en cuenta todas las variables que tienen afectación en la decisión, y analizar toda la información disponible, para elegir así la opción que maximice el objetivo perseguido. Pero ¿Quién no ha tomado decisiones viscerales? ¿O se ha dejado llevar por su instinto? Y en muchos casos sabiendo que podría estar equivocado. Y lo mismo ocurre en el mundo empresarial. ¿Cuántas reuniones donde se presenta una disyuntiva acaban con decisiones basadas en el instinto de un solo individuo?
Aunque obvio, estas nuevas herramientas intentan llevar esta habilidad de análisis al mundo empresarial. Se trata primero de entender claramente el funcionamiento, comportamiento y rendimiento del negocio. Posteriormente modelizar el negocio en base a los indicadores más relevantes. Y aplicar modelos predictivos que aseguren que la decisión tomada sea siempre la más acertada.
Esto implica un importante cambio en el modo en que se toman las decisiones a nivel empresarial, convirtiéndose en “anatema” para los cultos del “olfato empresarial” y sus oráculos.
La transformación digital y las nuevas herramientas analíticas han acabado con este misticismo empresarial. En plena era de la información, la de toma de decisiones dentro de una empresa está dejando de depender de seres iluminados y su perspectiva, para basarse en datos y modelos predictivos basados 100% en hechos empíricos, díganse datos.
Los gurús del Management también se han adaptado al cambio, tal como lo hacemos los inmigrantes digitales. Pero la verdadera transformación digital de la compañía sigue en manos de lo que hasta ahora viene siendo la palanca capaz de impulsarla o frenarla: las personas.
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