Observando el comportamiento de nuestro entorno macroeconómico, debemos afirmar que la única gran línea estratégica posible para las empresas de nuestro país es la de la diferenciación.
Hoy en día competir por costes es difícil, hace ya algunos años que hemos perdido atractivo en este aspecto. La convergencia con los indicadores europeos en lo que a índices de riqueza se refiere, nos han hecho perder competitividad.
Por otro lado parece que las empresas no han decidido por el momento un desembarco importante en lo que a inversiones en tecnología de la información se refiere, lo que sin duda habría mejorado sustancialmente la eficiencia operativa de las mismas, como ha sucedido en otros países de nuestro entorno económico.
Por todo ello es por lo que insisto, las empresas deben buscar la manera de competir diferenciándose de sus competidores de una manera clara y permanente, algo que solo se puede hacer mediante el desarrollo del potencial humano que forman las empresas.
En ocasiones como profesional del sector de las tecnologías de la información, nos encontramos con empresarios que, angustiados por esta pérdida de competitividad permanente, acuden a las inversiones ensoluciones de gestión informáticas como la clave para remontar esta situación difícil.
Pues bien, las tecnologías de la información, por si solas no constituyen una ventaja competitiva sostenible, lo que si es cierto es que pueden ser una inmejorable “palanca” de cambio, que permita rediseñar todos nuestros procesos de negocio, caminando hacia una eficiencia operativa que sin duda pueda ayudarnos a competir mejor.
Pero, si nos quedáramos en el enunciado anterior (revisión estricta y detallada de nuestros procesos y su posterior soporte informático), estaríamos perdiendo una oportunidad inmejorable para sembrar la auténtica clave de la competitividad empresarial, el desarrollo competencial de las personas.
De nada sirve, por ejemplo, instalar un completo sistema de gestión de recursos humanos, si este no va acompañado del correspondiente plan estratégico de negocio, donde las personas tengan un papel predominante en el mismo.
Si utilizáramos el símil bélico, se trataría de aumentar nuestra “potencia de fuego” de cada persona en su quehacer diario, no me refiero en que se desarrollen únicamente en el uso de las nuevas tecnologías a su alcance, si no de que entiendan qué papel juega cada persona en su universo profesional.
Todos, como profesionales, nos levantamos cada día deseando alcanzar los objetivos que nos hemos trazado en nuestra carrera, no conozco a nadie que se despierte pensando “hoy lo haré fatal”, más bien todo lo contrario.
Por lo tanto debemos dirigir una parte importante de nuestros esfuerzos en analizar qué herramientas, métodos y técnicas debemos poner al alcance de nuestros colaboradores con el fin de que puedan alcanzar con suma regularidad los objetivos tanto individuales como colectivos.
Para ello es fundamental el seguimiento de las carreras profesionales. Todos somos conscientes de cuan difícil es hoy en día retener el talento, la oferta supera con creces a la demanda y si estamos de acuerdo en que lo que hace diferente a mi empresa de mis competidores es mi personal, reteniendo a los buenos profesionales, retendremos a nuestros clientes e incrementaremos nuestros beneficios.
Desde mi experiencia de más de 30 años sirviendo a las empresas he podido observar como poco a poco las mismas están introduciendo todos estos nuevos elementos en su gestión.
Es indistinto el tamaño de la empresa, cada vez más las empresas cuentan con un proceso productivo, comercial y de gestión más complejo. Se enfrentan a una competencia global feroz, lo único permanente es el cambio.
Una vez más el factor diferencial son las personas, porque están abandonando el posicionamiento por precio o características para centrarse en la aportación de valor, rodeando sus productos con una colección de servicios que les permita diferenciarse.
Pero si bien en los últimos años las empresas de servicios hemos tenido que incorporar técnicas habituales en la industria para asegurar la calidad y la fiabilidad de los servicios, es ahora la industria la que está aprendiendo del mundo de los servicios incorporando conceptos como percepción, intangibilidad, personalización, etc.. Conceptos éstos, que están tomando cada día más importancia en detrimento de los aspectos más puros de la manufactura y no es porque estos últimos hayan desaparecido, simplemente es que se han convertido en necesarios pero no suficientes.
Hace pocos años si disponías de un producto con unas buenas características a un precio razonable podías conseguir unos resultados más que aceptables. Hoy, en el mundo empresarial actual, si además de esos dos factores no eres capaz de poner el producto donde y cuando quiera el cliente, con especificaciones únicas para él, simplemente estás fuera del mercado.
Es cierto que existen soluciones informáticas en el mercado que pueden ayudar a gestionar todas estas expectativas, soluciones que colaboran en convertir el conocimiento tácito y singular de una persona en conocimiento explícito y corporativo, pero una vez más si al otro lado del monitor no hay un profesional formado e informado todas estas soluciones reducen notablemente su eficacia.
Todos hemos interactuado con grandes compañías que han invertido ingentes cantidades de dinero para poner en explotación soluciones de gestión de las relaciones con clientes, pero si el operador que te atiende, no escucha (activamente) tus necesidades, o bien no dispone de la mínima formación en el uso de los medios a su alcance, cada interacción se convierte en un suplicio. Por ello quiero hacer énfasis que el elemento determinante son las personas y en ningún caso la tecnología.
Es evidente por otra parte que desde el sector de las tecnologías de la información hemos estado más preocupados de seguir ciertas modas tecnológicas y de que el usuario se adecuara al sistema que de situar a las TIC en segundo plano, dando preferencia a la usabilidad y al individuo. Eso está cambiando radicalmente desde hace unos años.
Cuando siempre estamos hablando del retorno de la inversión, ¿Cómo se calcula en términos financieros el beneficio del desarrollo de las personas?
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